La humanidad quedó maravillada ante el asombroso hallazgo de la Biblioteca de la Vida. Enclavada en un paraje remoto entre montañas, este lugar sagrado albergaba un tesoro inigualable: 130.000 millones de libros, cada uno conteniendo la narrativa única e inigualable de un ser humano que había habitado la Tierra en los últimos, 192000 años.
La noticia se propagó como un reguero de pólvora por todo el globo. Multitudes de individuos emprendieron peregrinaciones hacia la biblioteca, anhelando descubrir el libro que relataba su propia existencia. Algunos buscaban en esas páginas respuestas a los enigmas que habían perturbado su trayectoria, mientras que otros simplemente ansiaban revivir los momentos más intensos y memorables de sus vidas.
La bibliotecaria, una anciana sabia llamada Alejandra, guiaba a los visitantes por la inmensa sala central. A cada paso, se podía sentir la energía emanada por los millones de libros, como si cada uno contuviera un universo propio.
Un día, un joven llamado Mateo llegó a la biblioteca. A diferencia de los demás, él no tenía ningún interés en leer su propio libro. Lo que realmente lo inquietaba era la naturaleza de la escritura. ¿Cómo era posible que un libro pudiera contener el destino de una persona? ¿Quién o qué era el responsable de escribir esos títulos?
Mateo pasó días inmerso en profundas conversaciones con Alejandra, intentando desentrañar los enigmas de la Biblioteca de la Vida. Finalmente, la anciana le confió un secreto: cada individuo posee el poder de redactar su propio libro. La primera página narra nuestro nacimiento y la última, marcando el fin, registra el momento en que nuestra presencia terrenal llega a su conclusión y retornamos a formar parte del TODO, conocido por diferentes nombres en diversas creencias, filosofías y corrientes de pensamiento.
Los títulos de los capítulos se van añadiendo automáticamente a medida que vamos terminando el anterior y representan una parte de nuestra existencia, pero el contenido de cada página, coincidente con cada día de nuestra vida, recae en la responsabilidad de cada ser, las redactamos personalmente mediante nuestras acciones. Aquí, la magia de la escritura se extiende a nuestro propio libro. Podemos redactar cada página con esmero, empleando letras cuidadosas y fundamentadas, o bien plasmarla con renglones torcidos o repletos de enmiendas. Como también podemos finalizar el libro abruptamente.
Mateo le preguntó a la bibliotecaria que si entonces podría conocer su futuro. Ella le respondió que no era posible, ya que otra peculiaridad de este libro es que solo puedes leer lo que has escrito, pero jamás las páginas siguientes al día en que te encuentras.
Con esta revelación, Mateo comprendió que la Biblioteca de la Vida era mucho más que un archivo de relatos. Era una invitación a asumir el control de su propio destino, a plasmar su narrativa con pasión, valentía y autenticidad.
Al abandonar la biblioteca, Mateo se sintió renovado. Ya no era un mero espectador de su existencia, sino un autor activo. Desde ese momento, se dedicó a redactar cada página de su libro con diligencia, colmándola de vivencias enriquecedoras, vínculos significativos y saberes valiosos.
La historia de Mateo se difundió por todo el mundo, inspirando a millones de individuos a reconocer el poder que poseían sobre sus propias vidas. La Biblioteca de la Vida se erigió en un símbolo de esperanza y transformación, un recordatorio de que cada ser humano alberga el potencial de escribir una crónica extraordinaria día a día.