El fiel compañero

TALLER DE ESCRITURA CREATIVA

Ejercicio: escribir una historia describiendo -otra vez muy detalladamente y usando todos los sentidos – una situación. Pueden escoger entre estas tres opciones: 1. El personaje se queda sin trabajo, 2. El personaje pierde algo importante, o 3. El personaje se olvida de algo importante.

(Este relato está basado en la segunda opción)

Título: El fiel compañero

Don Manuel, un anciano de cabellos plateados, se disponía a iniciar su rutina matutina, el sol comenzaba a despuntar sobre la majestuosa sierra madrileña, pintando de tonos naranjas las cumbres y los valles que se extendían a lo lejos

Como siempre le acompañaba Eros, su fiel compañero canino, de raza Shiba Inu. Eros, con su pelaje marrón reluciente y sus ojos llenos de inteligencia, no era solo un perro para don Manuel, sino su más fiel y leal compañero, su confidente y protector. Todas estas cualidades se matizaban en cada paso que daba, como en aquella mañana tranquila en las montañas. Juntos, emprendían su caminata diaria entre la frescura del aire matutino y el canto de los pájaros que despertaban al nuevo día en armonía con la naturaleza que los rodeaba.

Recorrieron los senderos serpenteados que tantas veces habían transitado juntos, sumergiéndose en la armonía del aire fresco y la serenidad que la naturaleza les brindaba. El anciano con su mente cada vez más frágil debido a la demencia senil que lo aquejaba, se sumía frecuentemente en el laberinto de sus recuerdos, entablando conversaciones con figuras del pasado que solo cobraban vida en su memoria. Mientras avanzaban por el camino familiar, Eros permanecía a su lado, observando con lealtad cada gesto de su dueño, listo para asistirlo en cualquier momento de confusión o añoranza que pudiera surgir en la mente de su amo. Juntos, compartían esos momentos de introspección y nostalgia, unidos por un lazo intangible que trascendía las barreras del tiempo y la cordura, en un baile melancólico entre la realidad y los fantasmas del ayer que habitaban en la mente del anciano.

En un instante de desconcierto, don Manuel se detuvo en seco, sus ojos azules perdidos en un paisaje que no lograba reconocer, como si la bruma de la demencia hubiera borrado la familiaridad de su entorno.  Su fiel compañero, percibiendo la confusión de su dueño, emitió un ladrido suave y urgente, intentando comunicarle la necesidad de regresar al sendero conocido. Sin embargo, sumido en su laberinto mental, se apartó por un camino desconocido, siguiendo una llamada interna que solo él podía escuchar en su mente trastornada.

Eros no vaciló ni por un instante. Manteniendo una distancia prudente, siguió los pasos de su dueño con ojos preocupados, observando cómo se adentraba cada vez más en la densa vegetación del bosque, alejándose irremediablemente de la seguridad del sendero conocido. Con cada paso en aquella dirección incierta, el corazón del can latía con inquietud, ansioso por proteger a su compañero humano en la oscuridad creciente de la confusión que lo envolvía.

Las horas se dilataban y el sol comenzaba a declinar tras las majestuosas montañas. Exhausto y deshidratado, don Manuel se dejó caer rendido al pie de un árbol centenario, mientras susurros ininteligibles se escapaban de sus labios resecos.  Eros, acurrucado junto a él, le ofrecía su calor y presencia reconfortante en medio de la penumbra que caía sobre el bosque.

A medida que la noche se cernía sobre el horizonte,  Eros comprendió que era el momento de actuar. Con la determinación que solo los corazones nobles poseen, el fiel Shiba Inu sabía que tenía la responsabilidad de buscar ayuda para su dueño perdido en la maraña de su mente. Con un aullido que atravesó la negrura de la noche,  Eros se despidió momentáneamente de don Manuel, cuya figura se desdibujaba en la penumbra, y emprendió su solitario camino de regreso, con la esperanza de encontrar a alguien que pudiera asistir a su amo en la oscuridad de la noche.

Guiado por su instinto agudo y su olfato infalible, Eros se embarcó en una odisea nocturna a través de más de 15 kilómetros de terreno montañoso. Superando obstáculos naturales con valentía, cruzó densos bosques, escaló peñascos empinados y sorteó arroyos turbulentos sin detenerse en su búsqueda incansable.

Con la llegada de un nuevo día,  Eros finalmente alcanzó la morada donde residían los hijos de su dueño. Allí, frente a la casa familiar, el can, agotado y cubierto de suciedad, ladró con insistencia, llamando la atención de María, la hija menor. Al observar a Eros tan agitado y desaliñado, María intuyó que algo extraordinario había ocurrido con su padre, deduciendo con ello, que el perro había venido a dar la voz de alarma. Inmediatamente, se puso en marcha siguiendo a Eros por el mismo camino que había recorrido. Extenuada por la ágil marcha del shiba inu logró dar con su padre casi tres horas más tarde.

Don Manuel permanecía allí, sentado bajo la sombra del árbol, debilitado pero aun con aliento de vida. María, con los ojos llenos de lágrimas, rodeó a su padre con un abrazo cálido, agradeciendo al cielo el milagroso comportamiento de Eros, por haber hallado el camino de regreso en aquel momento crucial.

Sus hijos conmovidos por la valentía y lealtad del valiente animal, no dudaron en contactar de inmediato con un equipo de rescate. Este equipo llegó velozmente, brindando al anciano los cuidados necesarios y trasladándolo al hospital para una inmediata atención médica. Con el tiempo y los cuidados de su familia, comenzó a recuperarse poco a poco, venciendo los obstáculos que se interponían en su camino.

Realmente el verdadero protagonista de esta historia de coraje y devoción fue Eros, el fiel Shiba Inu. Su valentía, inteligencia y amor inquebrantable por su dueño, salvaron la vida de don Manuel en su hora más oscura. La gesta de Eros se transformó en una leyenda en la sierra madrileña, recordando a todos el poderoso lazo que puede existir entre un ser humano y su fiel compañero canino.

Deja un comentario