
INGREDIENTES
- 1 kilo de judías pintas (para 8 ó 10 personas)
- 1 kilo de carne picada
- 1 kilo de cebolla
- 1 lata y media de tomate entero pelado
- 1 bote entero de cominos (Ducros, Carmencita) no molidos, sino enteros. Hay que majarlo en el mortero, pero nunca tanto como el que se compra en polvo
- 3 hojas de laurel
- 4 ó 5 guindillas –de ésas pequeñitas que pican como diablos– rotas con los dedos, con o sin pepitas (depende del valor de cada cual: con las pepitas son más feroces); y recordad no tocaros después los ojos; a mí todavía me escuecen.
- 1 cucharada sopera de azúcar
- Sal y pimienta
PREPARACIÓN
Cocer las judías en abundante agua, con el laurel y la sal, 2 ó 3 horas, más 20 minutos con tres dedos más de agua para ablandar. Reservar con el caldo.
Pochar las cebollas cortadas en rodajas. Una vez trasparentes, añadir la carne a pocos, a fuego vivo para que se fría, no se cueza. Ya frita, añadir el tomate y asustarlo un minuto a fuego vivo, y bajarlo de modo que se haga (entre 30 y 45 minutos) despacito como quien canta una nana. Añadir el comino, las guindillas y la cucharada de azúcar.
Mezclarlo todo y acabarlo al horno fuerte (200º). El punto de las judías se controla con el agua que nos sobró de la cocción. El plato debe quedar seco.
NOTA:
Una opción más rápida e igualmente aceptable es utilizar un bote de alubias rojas cocidas (Cidacos) y un brick de caldo de carne o de pollo con verduras (Aneto).
En este caso lavar las judías para quitar el conservante e incorporar a la sartén donde tenemos el sofrito de carne picada. Añadir 1 o dos cazos de caldo (recordar que deben quedar con un toque meloso) y cocer todo junto durante unos 10 minutos.
Acompañar de un vino con cuerpo, por ejemplo un monastrell de la zona de Almansa le vendría que ni pintado.