Hay un chiste andaluz que, con mucha guasa, define perfectamente al listillo de turno:
“Unos amigos en el bar tienen que aguantar continuamente al listillo de turno que lo sabe todo alegando todo lo que ha aprendido en sus muchos viajes
Da igual el tema de conversación, el listillo tiene siempre la respuesta para todo.
Hasta que un día otro amigo con mucha guasa le dice: “Pues tu que lo sabes todo, a quien no sabes quien es Pepeillo”
El listillo se queda descuadrado y reconoce que no sabe quien es el mentado Pepeillo.
“Pues Pepeillo y es quien te mete los tarros con tu mujer mientras tú estás viajando”
Todos tenemos un cuñado, familiar o amigo que lo sabe todo, opina con suficiencia de todo, sentando cátedra con sus afirmaciones, da igual que sea en un café matutino, en la cervecita de medio día o en una de esas cenas familiares. No es que sepa de todo, es el que más sabe y deja ese puntito de retranca que los demás que le escuchan son unos ignorantes. Y no se conforma con eso, siempre tienen la solución perfecta, es esa persona que dice “si me dejaran a mí, lo arreglaba todo en dos días”. Da igual que se trata de la sequía, el sistema sanitario, la educación o la silueta de un avión visto a media noche.
Este fenómeno tiene un nombre en psicología: el efecto Dunning Kruger, por los dos académicos que lo estudiaron.
Se define como un sesgo cognitivo que hace a la gente pensar que saben mucho más de lo que realmente saben.
Su estudio original de 1999 se titula ‘Ineptos y sin saberlo: cómo la dificultad para reconocer la propia incompetencia lleva a ideas infladas de uno mismo’. Con eso ya está dicho todo.
¿Por qué estas personas creen que lo sabe todo?
Si no sabes nada, sabes que no sabes nada.
Sin embargo, cuando sabes algo, piensas que sabes todo lo que hay que saber. Se llama el «pico de la estupidez».
A medida que profundizas en el tema te das cuenta de todo lo que te falta por aprender, y llegas a pensar que, en realidad, sabes muy poco. Esto se llama el “valle de la desesperación”.
Sigues estudiando, y con el tiempo eres más consciente de lo que en realidad sabes. Este es el «camino de la iluminación».
El efecto Dunning Kruger, o «Pepeillo» parece ser una característica del cerebro humano.
Todos en mayor o menor medida lo sufrimos.
NOS GUSTA EXTRAER CONCLUSIONES CON POCOS DATOS, PORQUE NOS HACE LA VIDA MÁS FÁCIL.
Esto se ve claramente cuando inicias una conversación y, en cuanto has pronunciado dos frases, rápidamente alguien te interrumpe, dando su punto de vista, si esperar a oír todos tus argumentos.
Esto incluye a presidentes del gobierno, como a los que dicen no creer en el cambio climático por lo que han hablado con su primo, o que cree saber más de economía, política internacional y tecnología que nadie.
Por desgracia este efecto se ha convertido en una epidemia. En el referéndum del Brexit, las elecciones en EEUU o el remedio para el Corona-Virus, los Pepeillos no confían en los expertos. No tienen credibilidad, ellos tienen la verdadera solución o explicacióna todo.
La única forma de combatir el efecto Dunning-Kruger (Pepeillo en lenguaje coloquial) es pillarnos a nosotros mismos cuando caemos en él, admitir que no sabemos demasiado del asunto, y buscar datos, no opiniones.
A no ser que creas que tienes una solución mejor.