“La verdadera lealtad es decir siempre la verdad”
A tu jefe, a tu amigo, a cualquiera que realmente aprecies. No eres realmente libre hasta que no eres capaz de hacerlo sin importarte los riesgos y consecuencias que te puedan acarrear.
Está claro que llevarlo a la práctica te va a suponer más problemas que benéficos, sobre todo porque fallamos en las formas, no es cuestión de lo que se dice sino como se dice.
A todos nos gusta postular desde una posición divina y no tenemos en cuenta el mutuo respeto y ponernos en la piel del que te ha pedido tu opinión.
Nos olvidamos con demasiada frecuencia la importancia de escuchar antes de hablar.