¿Buscador de virtudes o buscador de defectos?

¿Por qué algunas personas que tienen todos los motivos  del mundo para ser felices, que han hecho realidad todos sus sueños y alcanzado el éxito en sus vidas, se sienten desgraciadas, mientras que otras que han tropezado repetidas veces con penurias e infortunios celebran  las cosas buenas de la vida? La razón de este sorprendente (aunque común) fenómeno es que la felicidad no depende únicamente de los hechos objetivos que componen nuestra vida, sino también  de la manera subjetiva en que los interpretamos.

Un hecho de la vida puede ser  cualquier  cosa,  desde ganar un campeonato a sacar un simple aprobado en un examen, desde tener un golpe de suerte que nos haga ricos a ser rechazados por nuestra pareja.

Pero la manera en que experimentemos ese hecho dependerá en buena medida de la interpretación que hagamos de él, así como de lo que nosotros resaltemos de este: ¿celebro mis éxitos y mis logros, o no les doy mucha importancia, pero sí lo lamento cuando no han sido perfectos?

¿Me reprocho a mí mismo por haber  sacado  bajas calificaciones o por haber sido rechazado, o presto  más atención a las lecciones que estas experiencias pueden enseñarme?

Nadie es inmune a los sentimientos de tristeza o de dolor. Pero hay personas que siempre parecen capaces de encontrar el lado bueno de cualquier situación: se alegran de sus logros, así como de los ajenos. Tienen la habilidad de transformar un contratiempo en una oportunidad y van por la vida con  un aire de optimismo. Y están los otros, que siempre  ven  el  vaso medio vacío, casi nunca encuentran motivo para alegrarse, parecen siempre insatisfechos y viven en una atmósfera de mórbido pesimismo.

El primer ejemplo es el arquetipo  del  buscador  de virtudes: la persona que siempre encuentra el hueco en medio de la tormenta, que si encuentra  limón hace limonada,  que ve  el lado bueno de las cosas, que no recela  de  lo bueno porque es demasiado bueno.

El segundo arquetipo es el que llamó el buscador de defectos, que «encuentra defectos hasta en el paraíso». El buscador de defectos siempre encontrará motivos para ser infeliz, no importa cuáles sean las circunstancias.

No soy de los que creen que  todo  sucede  para  mejor, pero sí que hay personas capaces de sacar lo mejor de cualquier cosa que suceda. La idea de que todo sucede para bien es pasiva; la de que podemos hacer algo  bueno  con  lo que suceda es activa.

Para el buscador de defectos, no hay éxito ni victoria que pueda traer una felicidad  duradera; y el fracaso y la calamidad  le confirman siempre su visión desoladora de la vida. En contraste, quien aprende a fijarse en lo positivo puede sacar ventaja tanto del éxito como del fracaso. Donde mira  el buscador de virtudes,  ve oportunidades  para  el crecimiento  y la felicidad.

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