
Su origen hay que buscarlo en el asentamiento primitivo de Turgalium y su disposición actual en un pasado dividido en dos sectores: el de origen árabe, que conforma la villa medieval, y el esplendor de la ciudad correspondiente a los siglos XV y XVI, motivado por su importante papel en el descubrimiento de América.
Su espléndida plaza Mayor es el lugar idóneo para comenzar un recorrido por la villa. Este lugar ya era antaño el epicentro comercial, de espectáculos y celebraciones del pueblo y, hoy en día, sigue siéndolo con la Feria del Queso y la fiesta de El Chíviri. En ella convergen casonas solariegas con palacetes como el Palacio de San Carlos, alzado junto a la iglesia de San Martín, llamativa por su portada plateresca y sus chimeneas mudéjares. También hay que admirar el Palacio de los Marqueses de la Conquista o el Palacio del Marqués de Piedras Albas. De camino al castillo se encuentra la Puerta de Santiago, circundada por restos de la muralla árabe y flanqueada por el Palacio de Luis de Chaves el Viejo y la iglesia románica de Santiago.