
En el norte de Huelva, la tierra se pliega y gana altura. Encinas, alcornoques, robles y castaños alfombran el lugar donde acaba Andalucía, comienza Extremadura y el Alentejo portugués se extiende hacia el oeste. El pueblo de Aracena da nombre a la sierra y es la capital de la comarca homónima. La variedad de sus blancas y apiñadas casas y sus calles de suelo empedrado convierten cualquier paseo en una delicia. Desde las almenas y arcos de su castillo templario se contemplan los pueblos como motas blancas que destacan a lo lejos, entre altozanos, dehesas y praderas.
El monte donde se alza la fortificación está horadado y se entra en él a través de la Gruta de las Maravillas. La primera sorpresa que depara la cueva es su ubicación, en pleno centro del pueblo. Descubierta en el siglo XIX, se abrió al turismo en 1914 –fue pionera en Europa–. Un itinerario circular guiado permite contemplar las asombrosas formaciones de roca y los lagos de sus diferentes niveles. Aracena atesora la iglesia de Nuestra Señora del Mayor Dolor y varias ermitas mudéjares. En su plaza Mayor hay bellos edificios decimonónicos, como el Casino de Arias Montano, del sevillano Aníbal González.
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