
La hermosa Comillas es el resultado del sueño cumplido de algunos indianos que, al regresar de América con fortuna, se dedicaron a embellecer su lugar de origen. Uno de los artífices de su embellecimiento fue el indiano Antonio López del Piélago. Entre sus encargos se hallaba el Seminario de Comillas (1881), que llegó a ser Universidad Pontificia. En este edificio magnífico, que despunta sobre la colina que preside el pueblo, arquitectos de moda por entonces como Joan Martorell y Lluís Domènech mezclaron estilos de todas las épocas.
Pero si por algo es conocida Comillas es por El Capricho de Antoni Gaudí. En 1883, Máximo Díaz de Quijano, otro indiano enriquecido, encargó al arquitecto catalán una villa de veraneo. El resultado fue este famoso edificio con torres de minaretes. Además de la visita a estos edificios, Comillas bien vale un paseo por sus calles empedradas, por ejemplo hacia la Plaza el Corro de Campíos o hacia la de los Tres Caños, rodeadas de casas solariegas y mesones, o hasta su propia playa, de arena fina y dorada.
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