Deià (Mallorca)

Deià, Mallorca

Llegando por la carretera, Deià aparece encaramado en la montaña, con sus casas apiladas, entre el verde propio de un vergel. En 1893, a Santiago Rusiñol el pueblo le pareció como un belén. El famoso pintor y escritor volvió fascinado por el paisaje de la Sierra de Tramuntana. No fue el único. Años más tarde, Deià fue el lugar que escogió Robert Graves para decir adiós a toda una vida anterior. Detrás suyo fueron llegando artistas, escritores, bohemios y, en general, gente que quería vivir en contacto directo con la naturaleza.

Fueron años mágicos, de los que algo queda. Se nota en el ambiente, hay cierta vibración en los detalles y en la decoración de los restaurantes, tiendecitas y hoteles. Hoy la casa de Graves se ha convertido en un museo situado en la carretera. Es la ruta por la que pasan los cicloturistas que disfrutan de las curvas hasta el Cabo de Formentor. Para refrescarse, el pueblo cuenta con una calita de rocas casi secreta equipada con dos chiringuitos.

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