
A finales de los años 60, Alejandro Martín, alcalde de esta localidad salmantina, creó un archivo fotográfico de todos los vecinos del pueblo que no habían emigrado a la ciudad, en una época en que la industrialización tomaba el protagonismo frente a la vida rural. El objetivo era que estos pudieran formalizar su documento de identidad. Pocos podían imaginar que, 50 años más tarde, aquel archivo convertiría a Mogarraz en «el pueblo de las mil caras» gracias a la obra de un artista local. Florencio Maíllo recuperó las fotografías del antiguo alcalde y las reprodujo a gran tamaño, fijándolas en las fachadas donde vivían sus antiguos propietarios.
Debido al aislamiento que proporcionan los bosques que la circundan, en Mogarraz uno tiene la sensación de que aquí se detuvo la historia. Sus tradiciones siguen vivas en la confección de joyas artesanales y en sus bordados y trajes típicos. Durante las fiestas patronales, los mogarreños los exhiben orgullosos en sus balcones. Es posible conocer su técnica, su historia y algunos de los mejores ejemplares en La Casa de las Artesanías, el museo etnográfico del pueblo. Plácido y sosegado, Mogarraz aguarda a los visitantes. Las casas serranas con entramados de madera, piedra y adobe seguirán ocupando su lugar impasibles al transcurso del tiempo.