Montblanc (Tarragona)

Montblanc (Cataluña)

El paseo por lo alto de la muralla de 1500 m que rodea Montblanc es toda una lección de historia. El tramo visitable es el del portal de Sant Jordi, uno de los cuatro accesos al núcleo medieval de la capital de la Conca de Barberà, declarado Patrimonio Mundial por la Unesco en 1988. La muralla se levantó en el siglo XV como defensa frente a los ataques de Pedro I de Castilla, pero Montblanc fue fundada mucho antes, en 1163, en una colina desprovista de vegetación, de donde le viene el nombre. El primer vestigio de población se remonta al asentamiento íbero de los siglos IV y I a.C., cuyos habitantes probablemente vieran pasar los elefantes del ejército de Aníbal rumbo a Roma.

La historia medieval se despliega por toda la ciudad, en sus edificios civiles, religiosos y militares, en las pocas calles de la judería –un recinto con sus propias puertas– que aún quedan, en el románico Pont Vell que cruza el río Francolí y en el molino de los Capellans. Entre las construcciones más señoriales destaca el Palacio Real, donde se alojaba el rey de Aragón cuando visitaba Montblanc, y el Palacio del Castlà, residencia del representante militar de la Corona. El patrimonio religioso cuenta  con tres conventos –en uno se alojó san Francisco de Asís–, la iglesia románico-gótica de Sant Miquel y la de Santa Maria, de origen gótico y añadidos barrocos. En cuanto a obras más «recientes», sobresale la bodega modernista.