
Un puñado de casitas de piedra coronadas por techos de pizarra y agrupadas en mitad del valle del Silencio, en pleno Bierzo leonés, dibujan la idílica imagen con la que Peñalba de Santiago recibe al viajero. Quienes llegan hasta aquí encuentran un entorno privilegiado que ofrece la tranquilidad y el silencio que promete el topónimo de su entorno. Según la leyenda, san Genadio (865-936), fundador del pueblo, en su búsqueda de aislamiento mandó callar las aguas del río Oza con un golpe de bastón. Hoy, se pueden visitar las cuevas donde se dice que encontró su lugar de retiro.
De la belleza de este pequeño pueblo disfrutan a diario sus apenas 15 habitantes. Las construcciones del casco antiguo son un ejemplo de la auténtica arquitectura tradicional berciana, aquí presentadas en un entramado de callejuelas que discurre entre empinadas pendientes. La diminuta iglesia del siglo X, cuya hermosa entrada está precedida por un doble arco de herradura, exhibe elementos propios de la época musulmana, convirtiéndola en una pequeño tesoro del arte mozárabe.