Siruana (Tarragona)

Siurana, Tarragona

Último reducto musulmán en tierras catalanas, Siurana logró resistir un asedio de meses gracias a su emplazamiento en lo alto de un risco, una atalaya de roca calcárea a la sierra del Montsant, el macizo de la Gritella y las montañas de Prades. La carretera que asciende hasta el pueblo no deja tiempo de tomar aliento entre curva y curva. Exigencias del desnivel y del terreno, dominado por las rocas que hacen las delicias de escaladores y de excursionistas que disfrutan caminando al borde de precipicios.

La localidad es fácil de explorar. La calle Mayor, flanqueada de casas de piedra a la vista y techadas con tejas de barro cocido cruza el núcleo y deposita al visitante frente a la iglesia románica de Santa María, construida entre los siglos XII-XIII poco después de la conquista de Berenguer IV en 1154. Tras el templo, el suelo de roca se acerca al acantilado como una pasarela y se asoma al pantano de Siurana, un tentador lago azul rodeado de bosques de encinas y pinos que en verano puede navegarse en kayak. Hacia el otro lado de la villa, alejándose del precipicio, pequeños bancales de viñas y huertos preservan el aspecto intemporal de Siurana.