
Esta uva blanca originaria del Mediterráneo Oriental puede sonarnos menos, sin embargo, es una de las más plantadas en todo el mundo.
Sobresale en Italia, donde se emplea en casi un centenar de denominaciones, algunas incluso propias como Trebbiano d’Abruzzo, Trebbiano di Aprilia o Trebbiano di Arborea.
Suele acompañar a la malvasía blanca en la elaboración de vinos jóvenes y aromáticos y, aunque muchos ponen en duda su valía, la Toscana la emplea para sus vinos de calidad. También se usa para producir aceto balsámico.
También es muy común en Francia, donde hay plantadas el doble de hectáreas que en Italia. Llegó a tierras galas durante el siglo XIV, cuando la corte papal se mudó de Roma a Aviñón, en el sur del Valle del Ródano.
Allí se la conoce como Saint Émilion, y es fundamental para la elaboración de brandy por su acidez y su elevado grado alcohólico. De hecho, la trebbiano es la variedad de uva más empleada para hacer el coñac y el armañac.
Tambien es conocida como Ugni blanc, Biancame (Italia), Talia (Portugal), Trebbiano (Chipre, Malta) y Trebbiano toscano (Chipre, Malta) y Trebbiano toscano (Chipre, Italia, Malta).
Variedad muy vigorosa que se adapta extremadamente bien a modos de manejo y sistemas de poda muy variados, así como a condiciones de cultivo y de entorno muy diversas (zona geográfica de cultivo muy amplia). Es preferible colocar esta variedad en tutores pues se muestra un poco sensible al viento. Es sensible al mildiu y a la eutipiosis. También es muy sensible a los nematodos Meloidogyne, cuando se cultiva en pie franco en suelos arenosos. Por el contrario, se muestra bastante poco sensible a la excoriosis y a la podredumbre gris en los racimos.