
Pinceladas sueltas de verdes, pardos y blancos colorean el lienzo que conforma el embalse Zahara-El Gastor a los pies de este pueblo gaditano. Visible desde sus aledaños y desde las balconadas de sus callejuelas, el trazo impresionista refleja en el agua una colmena de casas blancas encaramadas en la ladera de la sierra del Jaral. Construcciones que reposan al abrigo de la torre del Homenaje que, junto a algunos tramos de muralla, conforman la herencia de la antigua fortaleza nazarí.
Al descender por los angostos callejones, uno se cita con miradores como el de la calle Olvera o el del Jardín de los Pinsapos, desde donde contemplar el Parque Natural de la Sierra de Grazalema. También con la iglesia de Santa María de la Mesa, el Ayuntamiento y la imprescindible Torre del Reloj, anexada a la ermita de San Juan Letrán. Su arco de medio punto y las tres campanas que coronan la fachada presiden la plaza de San Juan, llena de vida gracias a los bares que se extienden por su vía homónima. Paralela, discurre la calle Ronda, con tabernas y tiendas de artesanías